
Agosto, 2025. Durante años, el mercado de endulzantes alternativos ha crecido con fuerza gracias a la búsqueda de opciones más saludables frente al azúcar común. Entre ellos, la allulosa (o alulosa) ha despertado especial interés, no solo por su bajo contenido calórico, sino también por sus efectos metabólicos. Un estudio reciente publicado en PLOS ONE analizó con detalle la evidencia disponible y concluyó que esta sustancia puede ayudar a reducir los niveles de glucosa en sangre después de las comidas, incluso en personas sanas.
La allulosa es un azúcar raro que se encuentra en pequeñas cantidades en algunos frutos secos, trigo y productos como el jarabe de arce. A diferencia de la sacarosa, aporta casi cero calorías y no se metaboliza de la misma manera en el organismo. En los últimos años se ha incorporado a productos bajos en carbohidratos y a recetas dirigidas a quienes buscan controlar su peso o mejorar su salud metabólica. La novedad es que ahora la ciencia respalda que puede tener un efecto real en la regulación de la glucosa postprandial. En medicina y nutrición, cuando se habla de glucosa postprandial, se refiere a los niveles de azúcar en sangre que se miden tras comer, normalmente entre 1 y 2 horas después de ingerir alimentos. Es un indicador muy utilizado para evaluar cómo responde el organismo a los carbohidratos y qué tan eficaz es el metabolismo de la glucosa.
La investigación reunió ocho ensayos clínicos controlados realizados en personas sanas. El análisis mostró que tanto dosis bajas de allulosa (hasta 5 gramos) como dosis moderadas (hasta 10 gramos) lograron disminuir de forma significativa el aumento de glucosa tras la ingesta de alimentos. Si bien el efecto no es dramático, representa una reducción promedio cercana al 13 % en el área bajo la curva de glucosa, un indicador confiable del impacto metabólico. Esto significa que al consumir allulosa junto con una comida rica en carbohidratos, la respuesta de azúcar en sangre puede ser más moderada.
El interés científico se centra en los posibles mecanismos detrás de este efecto. Algunos estudios sugieren que la allulosa puede inhibir parcialmente la acción de enzimas digestivas responsables de descomponer carbohidratos, como la alfa-glucosidasa, lo que retrasa la absorción de glucosa. Otros hallazgos apuntan a que podría estimular el almacenamiento de glucosa en forma de glucógeno en el hígado y en los músculos, o incluso favorecer la liberación de GLP-1, una hormona que regula la saciedad y ayuda a controlar la glucemia. Estos mecanismos, de confirmarse, la convierten en una herramienta potencial para el manejo dietético no solo en personas sanas, sino también en quienes tienen riesgo de diabetes.
Los autores del estudio aclaran que aún es temprano para considerar a la allulosa como un tratamiento médico. Las investigaciones incluidas en el meta-análisis tienen un número reducido de participantes y se realizaron en condiciones muy controladas. Además, casi todos los voluntarios eran personas sin alteraciones metabólicas, lo que deja abierta la incógnita de cómo responderían pacientes con prediabetes o diabetes tipo 2. Otro punto a considerar es el posible sesgo, ya que algunas investigaciones fueron financiadas por empresas con interés en la comercialización del producto.
A pesar de estas limitaciones, la revisión aporta un mensaje importante: no todos los endulzantes son iguales. La allulosa se perfila como uno de los pocos que, más allá de sustituir al azúcar, podría aportar un beneficio metabólico concreto. Si futuras investigaciones en poblaciones más amplias confirman estos hallazgos, su uso podría expandirse más allá de los productos dietéticos y llegar a recomendaciones clínicas como parte de estrategias para prevenir o manejar la diabetes.
En un contexto donde la obesidad y la resistencia a la insulina siguen en aumento a nivel global, cada herramienta que permita moderar la respuesta del organismo a los carbohidratos merece atención. La allulosa no es una solución milagrosa, pero su capacidad de reducir la glucosa postprandial añade un argumento sólido para incluirla en la conversación sobre alimentación saludable y prevención de enfermedades metabólicas.
Fuente: PLOS ONE
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