
La depresión mayor es uno de los problemas de salud mental más frecuentes en jóvenes, especialmente en quienes cursan estudios universitarios. El estrés académico, la presión social y la transición hacia la vida adulta suelen coincidir con la aparición de síntomas depresivos que, en muchos casos, afectan el rendimiento académico y la calidad de vida. Frente a este panorama, la investigación científica busca alternativas que complementen los tratamientos farmacológicos y psicológicos tradicionales. Y entre esas alternativas, la nutrición comienza a ocupar un lugar cada vez más relevante.
Un estudio piloto recientemente publicado en la revista Translational Psychiatry aporta evidencia significativa sobre el potencial de la dieta cetogénica como estrategia terapéutica. Los investigadores reclutaron a 24 estudiantes universitarios diagnosticados con depresión mayor y los invitaron a seguir una dieta cetogénica bien formulada durante un periodo de 10 a 12 semanas. La intervención incluyó orientación nutricional, provisión de comidas cetogénicas en las primeras fases y un monitoreo cercano de parámetros metabólicos.
Al finalizar el programa, 16 estudiantes habían completado el protocolo. Los resultados fueron notables: los síntomas depresivos se redujeron en aproximadamente un 70 % en promedio. Además, se registraron mejoras en funciones cognitivas claves como la memoria verbal y la velocidad de procesamiento, lo que sugiere que los beneficios de la dieta keto van más allá del estado de ánimo e impactan directamente en el rendimiento intelectual.
La hipótesis de los autores es que los cambios metabólicos inducidos por la dieta cetogénica —incluyendo la producción de cuerpos cetónicos, la regulación de la glucosa y la disminución de la inflamación sistémica— influyen de manera positiva en el cerebro. Esto encaja con la creciente literatura científica que vincula la resistencia a la insulina, la inflamación crónica y los desequilibrios metabólicos con trastornos del estado de ánimo.
Por supuesto, se trata de un estudio piloto y los investigadores subrayan sus limitaciones: una muestra pequeña, la ausencia de grupo control y la necesidad de replicar los hallazgos en ensayos clínicos más amplios. Sin embargo, el nivel de mejoría observado es tan llamativo que abre la puerta a considerar la dieta cetogénica como un complemento válido dentro del arsenal terapéutico contra la depresión, especialmente en jóvenes que suelen responder de manera irregular a los tratamientos convencionales.
La implicación práctica es clara: aunque la dieta keto no debe plantearse como sustituto de la atención médica ni de los tratamientos psicoterapéuticos, sí podría convertirse en un aliado poderoso. En un contexto en el que la depresión en estudiantes universitarios es cada vez más prevalente, ofrecer estrategias que integren alimentación y salud mental resulta fundamental. Adoptar una dieta que regule el metabolismo y al mismo tiempo mejore el ánimo puede ser una herramienta transformadora para una generación que busca soluciones integrales a sus problemas de salud.
Fuente: Translational Psychiatry
Añadir comentario
Comentarios