Estreñimiento y gases: ¿son un aviso… o parte del mismo problema?

Publicado el 3 de julio de 2025, 13:36

Sentirse hinchado, pesado y sin poder ir al baño es una de esas molestias digestivas que todos conocemos pero pocos quieren admitir. Muchas personas creen que la acumulación de gases es la señal de que, finalmente, algo “se va a mover” en el intestino. Pero, ¿qué pasa si los gases no son la solución, sino parte del mismo problema?


El estreñimiento ocurre cuando el tránsito intestinal se vuelve lento y las heces se endurecen, dificultando la evacuación. Esta acumulación genera una especie de “tapón” que no solo ralentiza el paso de los desechos, sino que también atrapa gases que normalmente se liberarían. El resultado: distensión abdominal, calambres y esa incomodidad que se instala durante horas, a veces días.

Aunque el mito popular dice que tener gases es una señal de que se avecina un buen movimiento intestinal, la realidad es más compleja. A veces, los gases se forman precisamente porque el intestino está reteniendo materia fecal por más tiempo del normal, lo que permite que las bacterias la fermenten más. Es como un atasco que genera aún más presión.

Entre las causas más comunes están la falta de fibra, la deshidratación, la vida sedentaria, el estrés crónico y ciertos medicamentos. Para quienes siguen una dieta baja en carbohidratos o cetogénica, la reducción de cereales y legumbres puede reducir drásticamente la fibra soluble, empeorando la situación. De allí la importancia de adaptar la dieta: incluir vegetales bajos en carbohidratos, semillas de psyllium, chía o lino, y alimentos fermentados como chucrut o kimchi puede marcar la diferencia.

Moverse más también ayuda: caminar, nadar o practicar yoga estimula los músculos intestinales. La hidratación es otro pilar. Sin agua suficiente, la fibra no cumple su función de ablandar las heces. Además, establecer horarios regulares para evacuar y respetar la señal del cuerpo, sin retrasarla, reduce el riesgo de que la materia fecal se endurezca.


Cuando el problema persiste, aparecen dudas legítimas: ¿cuándo es momento de preocuparse? Si los síntomas incluyen dolor intenso, sangre en las heces, pérdida de peso inexplicable o anemia, siempre hay que acudir a un profesional para descartar otras afecciones como pólipos, inflamación crónica o incluso cáncer colorrectal.

La buena noticia es que, en la mayoría de los casos, la combinación de fibra suficiente, hidratación y movimiento regular devuelve el tránsito intestinal a la normalidad. Al final, el cuerpo habla: los gases no siempre anuncian una solución. A veces son un recordatorio de que hace falta prestar más atención a lo que comemos, a cómo vivimos… y a cómo cuidamos esa parte silenciosa de la salud que pocas veces se conversa, pero todos sentimos.

Fuente: Medical News Today.