
ROCHESTER, Minn. — Investigadores de la Mayo Clinic han desarrollado una prueba genética que puede ayudar a predecir cómo responderán las personas a medicamentos para la pérdida de peso, como los GLP-1. La prueba estima las calorías hasta la saciedad (CTS, por sus siglas en inglés) —es decir, la cantidad de comida que necesita una persona para sentirse satisfecha— y vincula este rasgo biológico con el éxito del tratamiento. Los hallazgos, publicados en Cell Metabolism, representan un paso prometedor hacia tratamientos más personalizados y efectivos para personas con obesidad.
“Los pacientes merecen tratamientos que reflejen su biología, no solo su tamaño corporal”, afirma el gastroenterólogo de la Mayo Clinic y autor principal del estudio, el Dr. Andrés Acosta. “Esta prueba nos ayuda a entregar el medicamento correcto a la persona correcta desde el inicio”.
Más allá del tamaño corporal
La obesidad es una enfermedad crónica y compleja que afecta a más de 650 millones de adultos en el mundo. Surge de una combinación de factores genéticos, ambientales y de conducta que varían entre individuos. Esta complejidad explica por qué las personas responden de manera diferente a las intervenciones para perder peso. Sin embargo, las decisiones de tratamiento suelen basarse en medidas simples como el índice de masa corporal (IMC), en lugar de los procesos biológicos que impulsan el aumento y la pérdida de peso.
Para descubrir estos procesos, el Dr. Acosta se ha enfocado en la saciedad, la señal fisiológica que indica al cuerpo que ya ha comido suficiente. En 2021, él y sus colegas definieron una serie de fenotipos de obesidad para describir distintos patrones de alimentación. Por ejemplo, algunas personas con obesidad tienden a comer raciones muy grandes (“cerebro hambriento”), mientras que otras consumen porciones normales, pero comen con mayor frecuencia durante el día (“intestino hambriento”).
En este estudio, los investigadores analizaron la saciedad en casi 800 adultos con obesidad invitándolos a participar en una comida tipo “todo lo que puedas comer” de lasaña, pudín y leche, hasta sentirse “llenos como en Acción de Gracias”. Los resultados mostraron una gran variabilidad: algunos participantes se detuvieron después de 140 calorías, mientras que otros consumieron más de 2.000. En promedio, los hombres comieron más calorías que las mujeres.
El equipo investigó posibles explicaciones para esta diferencia. Factores como el peso corporal, la estatura, el porcentaje de grasa, la relación cintura-cadera y la edad —además de hormonas relacionadas con el apetito como la grelina y la leptina— jugaron un papel pequeño. Pero ninguno explicó el enorme rango en la ingesta calórica. Entonces recurrieron a la genética.
Mediante aprendizaje automático, los investigadores combinaron variantes en 10 genes conocidos por influir en la ingesta de alimentos en una sola métrica llamada CTS-GRS (Calorías hasta la Saciedad – Puntuación de Riesgo Genético). Esta puntuación, calculada a partir de una muestra de sangre o saliva, ofrece una estimación personalizada del umbral de saciedad esperado de una persona.
Emparejando genes con medicamentos
Luego, los investigadores de Mayo Clinic calcularon esta métrica CTS-GRS en ensayos clínicos de dos medicamentos aprobados por la FDA: un fármaco de primera generación para la pérdida de peso, fentermina-topiramato (nombre comercial Qsymia), y un GLP-1 más reciente, liraglutida (Saxenda). Encontraron que:
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Las personas con un umbral de saciedad alto perdieron más peso con fentermina-topiramato. Este medicamento puede ayudar a controlar el tamaño de las porciones y reducir los atracones (“cerebro hambriento”).
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Las personas con un umbral de saciedad bajo respondieron mejor a la liraglutida. Este medicamento puede disminuir el hambre general y la frecuencia de comidas (“intestino hambriento”).
“Con una sola prueba genética podemos predecir quién tiene más probabilidades de tener éxito con dos medicamentos diferentes”, explica el Dr. Acosta. “Eso significa una atención más rentable y mejores resultados para los pacientes”.
El equipo ha realizado estudios adicionales para predecir la respuesta a semaglutida, otro medicamento GLP-1 (comercializado como Ozempic y Wegovy), y se esperan resultados pronto. También trabajan en ampliar la prueba incorporando datos del microbioma y el metaboloma, además de desarrollar modelos para predecir efectos secundarios comunes como náuseas y vómitos.
Nota de interés: La tecnología CTS-GRS fue licenciada a Phenomix Sciences, socio de comercialización de innovaciones de Mayo Clinic. Actualmente ya se utiliza en 300 clínicas en Estados Unidos.
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